(Primera entrega de una serie de entradas semanales dedicadas a contar cómo llegamos a este pueblo abandonado, la evolución de la idea y de las obras, y sobre todo, a hablar de las personas que han colaborado en este proyecto)
El encuentro
Era el año 2006, no se veía venir la crisis que asolaría España en los años posteriores y estábamos inmersos en una maravillosa burbuja económica, lo que en este país equivale a decir burbuja inmobiliaria.
Ese año, un buen amigo de Santander, Julio Corral, farmacéutico de profesión y de espíritu libre, se había tomado un año sabático para retirarse a su pueblo natal, Villadiego, y restaurar unas casas. Tenía varias propiedades en Villalibado, entre ellas el Torrejón, comprado por su padre y tíos para estabular las ovejas aprovechando los pastos del pueblo, y estaba arreglándolas.
Andábamos de viaje por unos pueblos semiabandonados de Portugal, en la frontera con Extremadura. Al contrario que en España, todo eran carteles de “se vende” y no había una grúa en kilómetros a la redonda. Para mí era el paraíso: un utópico lugar perfecto para mi jubilación, al que posiblemente no vuelva más.
Regresábamos a Santander, cuando decidimos desviarnos por Villalibado para ver a Julio, a través carreteras que me recordaban a mi infancia: árboles en ambos lados, cambios de rasante y mojones kilométricos de hormigón.
Al llegar me quedé asombrado: casas caídas y olvidadas, no había estabulaciones, ni cuadras, ni asfalto en unas calles intransitables tras años de abandono. Las pocas calles que se mantenían limpias era debido al esfuerzo de los vecinos que empleaban su tiempo en desbrozar las zonas comunes.
El Torrejón, una antigua torre medieval desmochada, que había pasado a formar parte de una casa solariega en 1725 (según data en la ventana) milagrosamente conservaba su techumbre, mientras un tercio de sus paredes estaban esparcidas por la calle principal del pueblo impidiendo el paso. Unas vallas indicaban el inminente peligro de desplome del tejado. Las lajas de piedra del alero asomaban en el suelo entre los escombros, mientras otras piedras de más valor iban desapareciendo poco a poco. La casa solariega estaba hundida y el resto de los anexos, la mayoría de adobe, también.
En los Barrios Bajo y Centro sólo se mantenían las viviendas a las que se les daba uso vacacional gracias al cariño de estas familias por el pueblo. El resto estaban en ruinas o desaparecidas.
La Iglesia era el único signo de vida. Con su ábside románico perfectamente conservado y recientemente consolidada por el esfuerzo de estos vecinos, emergía con una gran belleza sobre los campos, acompañada por La Nogala. Todo ello sin accesos, escaleras ni urbanización.
El Barrio Alto se desmoronaba. Las fachadas caídas dejaban paso a los restos de los últimos habitantes: colchones, sillas viejas y utensilios diversos asomaban por los huecos abiertos en los muros.
En resumen, me encontré con una España que yo desconocía: de casas abandonadas, de piedra sin valor que se enterraba en escombreras; una España alejada de burbujas inmobiliarias.
Vivo en un pueblo, a 30 minutos de Santander, en el que se ha duplicado la población en los últimos 10 años. Villadiego está a 35 minutos de Burgos y ve atónito envejecer y decrecer la población año tras año. Sigo sin entenderlo.
Mi amigo Julio me preguntó cómo arreglaría yo la torre, a lo cual respondí que de piedra y restituyendo su singular alero. Su respuesta fue: te vendo mi parte por 1 €
Ese día encontré un lugar perfecto para mi jubilación.
7 Responses to “El encuentro”
7 noviembre, 2014
javier… quiero saber más. Sí, , q continúe la historia por favor.
7 noviembre, 2014
juanJavier: muchas gracias por tu interés. Ya está en el horno el segundo capítulo…
12 noviembre, 2014
ElviraTodo empieza con un sueño. Sueña y puede que tus sueños se hagan realidad.
Esperando segundo capítulo.
12 noviembre, 2014
juanAhí estamos Elvira soñando y trabajando a ver qué pasa.
Muchas gracias!
19 diciembre, 2014
Adrian MartinezEres un crack, Juan. Felicidades por vuestro proyecto y felicidades por el blog. Se ve que echas tus horas y creas muy buen contenido.
Te seguimos de cerca!
Un abrazo.
19 diciembre, 2014
Las de VilladiegoGracias Adrián!! ahí estamos intentando crear contenidos para sacar esto adelante…como tú en tu blog!
Yo también te sigo, así que poco a poco. Un abrazo!
19 diciembre, 2014
Adrian MartinezUna historia de película en la que seguro quedan muchos capítulos por escribir. Gustan mucho estas pequeñas historias que hay detrás de los proyectos. Ahora mismo eres, casi, como un viejo del lugar, de los que gusta sentarse con ellos a aprender de tiempos pasados.