En esta segunda entrada sobre la Iglesia de Santiago Apóstol voy a daros unas pequeñas anotaciones por si queréis acercaros a ella para disfrutarla. Para comenzar, os diré que en 1994 fue declarada “bien de interés cultural”, así que no tengáis dudas de que éste destino bien merece una visita. Además no está lejos de Villalibado y os encontraréis una fuente romana, infinidad de preciosas bodegas excavadas en la tierra y el encanto de un pueblo abandonado. En coche se accede en apenas 12 minutos.
Al llegar os sorprenderá un imponente templo gótico que conserva, lógicamente, algunos elementos del último románico. Podríamos resumirlo en tardorrománico o protogótico como prefiráis. Apenas ha sufrido añadidos a lo largo del tiempo (salvo una pequeña sacristía y la torre del campanario), así que afortunadamente se nos ofrece con características muy similares al original.
Como curiosidad os diré que arte gótico llegó a los pueblos de España muy tarde, pero en Burgos fue diferente. Debido a la influencia de los monasterios cistercienses y a la construcción de la Catedral, comenzaron a erigirse edificios de un gótico inicial por toda la provincia en los siglos XIII y XIV. Aquí tenéis otra buena razón para visitarla: nuestra iglesia, de mediados del XIII, es la primera concebida en estilo gótico de Burgos. Si, la primera.
No os voy a dar una clase de arquitectura hablándoos de sus naves, arcos, bóvedas, etc… No sabría hacerlo y, además, es mejor que lo descubráis observándola de cerca.
Cuando veo una iglesia, y en especial una gótica, siempre me llama la atención la separación entre el espacio sagrado (interior) y espacio profano (exterior), y cómo cada elemento está ahí para recordárnoslo. Así que os voy a hablar de sensaciones y detalles; de aquello susurra la piedra dándonos información y que, en algunos casos, casi se esconde a los ojos del visitante.
Como las gárgolas (del francésgargoille, que significa garganta), que como seguramente sabréis, tenían la función de evacuar el agua de la lluvia de las cubiertas de los tejados de las catedrales. Solían ser figuras quiméricas, monstruosas, de animales reales o fantásticos, y al igual que el agua, estos seres grotescos podían asustar y ahuyentar a los malos espíritus. También simbolizaban el mundo imperfecto a pesar de la presencia de Dios, y le recordaban al pueblo que la maldad se encontraba fuera de los espacios sagrados.
En el caso de Villamorón sólo hay una. Sirve de desagüe a un pequeño tejadillo estratégicamente situado; ahí está, solitaria, flanqueando la entrada, vigilante. Es curioso que sea la única guardiana de esta iglesia para mantenerla alejada del mal. También es curioso que esté apoyada en un canecillo. Cuando lo vi, tuve la sensación de estar presenciando cómo se imponía el gótico sobre el románico, recordando al proceso de la construcción de la propia iglesia.
El rosetón os asaltará en cuanto dirijáis la vista hacia el templo. Su trazado geométrico tiene la curiosidad de recoger la forma de los dos modelos más importantes de ventanas que hay en la iglesia: arcos apuntados y los preciosos óculos de diferentes diseños que flanquean la nave central.
En este caso son doce óculos y arcos los que forman el rosetón que llenaba de luz el interior de la iglesia, debidamente filtrada por las vidrieras. Si hoy nos cautiva, supongo que en el siglo XIII debería ser sobrecogedor estar en la nave, bajo su haz, como reflejo de la luz de Dios, pasando a través de los óculos. Simbólicamente el número doce, producto de tres por cuarto (tres, símbolo de la Trinidad, cuatro, símbolo de lo terrestre) simboliza la Encarnación. También podemos pensar en los doce apostoles trasmitiendo la palabra de Dios o en los doce profetas menores.
La luz rebotaría gracias al encalado de las paredes haciendo el dibujo de los sillares, marcados con líneas rojas. Una inscripción pequeña, escrita con pincel en letra gótica, nos recuerda cuando fue pintada (agosto de 1478):
“Esta iglesia se pintalo… (año) de mil e cccc e lxxviii añ os primero dya de agosto”
Los dos lazos que veréis a ambos lados de la leyenda pueden ser unas firmas, o bien elementos meramente decorativos.
Las pinturas de las bóvedas son posteriores, barrocas. Os animo a localizar a San José, al Arcángel San Miguel o a los evangelistas, entre otros.
De nuevo fuera de la iglesia, en un machón lateral de la entrada, nos encontramos una curiosa inscripción en latín. Los profanos como yo apenas podemos descifrar más allá de dos o tres letras sueltas, pero esto no le resta encanto al hecho de que unas manos, hace más de 700 años, la tallaran sobre la piedra. Dice así:
“En el año milésimo ducentésimo sexagésimo primero, el día de las nonas
de diciembre murió Mariana… y fue sepultada el día de San Nicolás”.
La curiosidad es que esta señora con ilegible apellido murió el 5 de diciembre de 1261, siendo enterrada el 6. Así que teniendo en cuenta las fechas de la construcción de la iglesia, se cree que es el epitafio de una de las personas que financiaron esta obra.
También llama la atención la inmensa cantidad de signos lapidarios repartidos por todas las fachadas. Están labrados en los sillares y, según la teoría más aceptada, los canteros medievales con sus marcas llevaban a cabo la contabilidad del trabajo realizado y cobraban el salario correspondiente. Era el equivalente a la firma. Las de Villamorón tienen formas geométricas muy sencillas y bastante comunes, es bonito encontrarlos y conocer su sentido.
Hay, además, otros signos diferentes que responden a las costumbres de su tiempo, como son las cruces con sentido funerario que hallaréis en las áreas que se destinaban a enterramientos. En la puerta principal hay una que se parece mucho a la que hay en una vivienda de Villalibado que es una cruz potenzada sobre pedestal y a las numerosas repartidas por la entrada de la iglesia de este pueblo.
Si no estuvieran ausentes, llamarían la atención el Cristo crucificado en madera policromada, el retablo y la cruz parroquial de plata.
No los busquéis. Ya no están.
En 1970 se decidió guardarlos en un lugar más seguro, debido al despoblamiento del pueblo. Se encuentran en el Museo del Retablo, ubicado en la iglesia de San Esteban (Burgos). Allí trasladaron numerosas piezas de toda la provincia, desde pueblos que estaban en la misma situación de abandono. Es el caso también del retablo renacentista que había en la iglesia de Villalibado. Os emplazo a que realicéis una visita a este museo, ya que bien merece una visita.
Ya termino. Como dije al principio, espero que esta entrada os anime a conocer la iglesia de Santiago Apóstol y que os ayude, de paso, a disfrutarla. Obviamente hay muchas más cosas por observar y descubrir, pero habréis de ser vosotros los que queráis verlas. Hacedlo. No os arrepentiréis.
2 Responses to “Iglesia de Villamorón (II)”
14 noviembre, 2014
PedroBuenos días, Juan.
Como presidente de Amigos de Villamorón, quiero agradecerte la difusión de la iglesia de Villamorón que haces en tu blog. De haberlo conocido antes, lo habríamos colgado en nuestra web, como hemos hecho recientemente.
A ver si un día tengo ocasión de acercarme a Villalibado, ya que su recuperación no nos ha pasado desapercibida. Ojalá se hiciera algo parecido en el caserío en ruinas de Villamorón.
Un cordial saludo.
14 noviembre, 2014
juanMuchísimas gracias, Pedro. Para nosotros siempre es un placer visitar Villamorón. Gracias a vuestra asociación se está logrando recuperar y dar a conocer este pueblo, que es una joya. Espero tener la oportunidad de conocerte personalmente y, por supuesto, si es con ocasión de una visita a Villalibado, estaremos encantados de recibirte por allí y mostrarte lo que vamos haciendo. Un abrazo.