John Updike creó el mito moderno del hombre que va a comprar tabaco y no regresa. Pero existe una expresión muy antigua y popular en castellano, para referirse al hecho de «huir, salir a escape de algún sitio o desentenderse de una situación a toda prisa, sin ánimo de regresar» o para referirse al acto de «largarse de improviso, sin decir nada ni dar una explicación»; decimos tomar las de Villadiego. Aparece en La Celestina y debió de ser muy popular, ya que la encontramos frecuentemente en nuestros clásicos. Cervantes la utiliza al describir el momento en el que el barbero fue derribado de su asno por Don Quijote: «puso los pies en polvorosa y cogió las de Villadiego». En La Gran Sultana emplea otra variante: «pondré pies en polvorosa y tomaré las calzas de Villadiego». Cuando yo era pequeño mi madre decía que el marido de mi vecina, de la noche a la mañana, había tomado las de Villadiego.
Existen diversas teorías sobre el origen de esta expresión, pero la más aceptada es la que la relaciona con las persecuciones de judíos en la Edad Media. Villadiego era centro de comercio y atrajo a numerosos judíos desde el siglo X creándose una comunidad judía. Eran pecheros del rey, o sea, le pagaban un impuesto especial (pecho) del que estaban exentos los nobles.
Se sabe que en 1292 su judería tributó 17.307 maravedíes y que había arrendadores de los tributos del rey, por lo que se cree que esta comunidad debía de ser muy importante y sus impuestos también. Así que, en plena época de persecuciones antisemitas, el rey Fernando III el Santo, para no ver mermadas sus arcas, otorgó una carta-encomienda en 1223 prohibiendo su apresamiento y señalando penas para los que hicieran daño o sometieran a vejaciones y maltratos a los judíos. La carta fue ratificada por su hijo Alfonso X El Sabio, lo que supuso largos años de tranquilidad bajo el favor real. Villadiego pasó a ser una ciudad refugio para los judíos y tomaban las de Villadiego al menor síntoma de persecución en otras ciudades. Allí debían vestir unas calzas amarillas, identificándose así como protegidos del monarca. De ahí la variante tomar las calzas de Villadiego.
Todo esto acabó en 1492 cuando fueron expulsados todos los judíos de España por los Reyes Católicos. Son pocos los vestigios del pasado judío de Villadiego. El convento agustino de San Miguel se levanta sobre los terrenos que anteriormente ocupara el barrio judío; el recinto de la judería quedaba delimitado por muros que aún hoy se conservan en parte, y la iglesia se levantó sobre la sinagoga. Curiosamente, sobre la puerta del convento, en un lugar que fue refugio para los judíos, aparece la estatua de San Miguel pisoteando a uno de ellos. Paradojas de la Historia.
Por nuestra parte, aquí estamos por si queréis tomar las de Villadiego.
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